martes, 20 de febrero de 2007

Sensaciones porteñas


Buenos Aires, 20/02/`07

Es contraria a la idea de viaje la estadía como visitante en la propia ciudad.

La idea y sensaciones de irse del sitio propio tienen una cierta relación preestablecida y reconocida. Llegar a un lugar extraño, exótico o no, desconocido completamente o no, propone unas ciertas atenciones y despierta algunas sensaciones y preguntas más o menos típicas.

Desde hace una semana, desde mi llegada a Buenos Aires, mi cercanía al ordenador había tenido poca relación con la creación más o menos literaria. El papel había sido víctima de mis catarsis, fue testigo de mis encuentros y desencuentros con una ciudad que devora mi inocencia, mi tranquilidad, mis energías más optimistas y constructivas.

Estar de visita en la ciudad en la que nací y crecí me propone una ruptura en el tradicional valor de la distancia, la distancia es demasiado pequeña como para que lo que en Madrid me produce melancolía aquí me de placer. Verla desde allí es diferente, aunque con el correr de los meses y los lazos que van surgiendo en España, verla desde allí se transforma; y allí, para mí, había comenzado a ser aquí.

Aquí, ha comenzado a alejarse para mí, para mis sentimientos, proyectos, deseos, pero estando estos días en Baires puedo comprender que todavía no es tan allí como quisiera.

Haber dejado mi lugar de origen fue una decisión. Las razones para haber salido de los circuitos que este tao metropolitano me imponía tienen sus raíces suficientes. Regresar hoy, luego de un tiempo que no resulta ni mucho ni poco, genera en mí la sensación de que esa energía poderosa de esta sociedad, del ritmo propio de esta ciudad, de esta cultura me atraparán y arrastrarán a los mismos espacios que tengo reservados desde siempre aquí.

Hoy escribí algunas líneas. Luego debí sentarme otra vez a escribir. Sentí la abstinencia de tocar esta interface con la redacción, y busqué un estado, un teclado, un ordenador (o computadora) y comenzó a vivir en mí ese que ve desde allí este allí y aquel aquí.

Pablo Rego - ©2007