martes, 17 de abril de 2007

De soñadores y soñadores

 

Hoy escuché esta frase en el programa “Ciudad invisible” de Radio 3, que trata, fundamentalmente, de la Utopía (el programa)

 

La frase: "Digamos que existen dos tipos de mentes poéticas: una apta para inventar fábulas y otra dispuesta a creerlas." Galileo Galilei (1564-1642).

 

Pienso que quien crea las fábulas comete un grave error cuando intenta justificarlas ante quien está dispuesto/a a creerlas y que quien las cree se equivoca esperando una relación directa de aquello con la realidad. Luego, que las mentes que tienen la aptitud para crear fábulas pertenecen a unos seres que no son fábulas, sino seres humanos tan imperfectos como los seres que poseen el otro tipo de mente (es apología, sí)

domingo, 15 de abril de 2007

Poesía XV

 

Sensación: Cansancio da andar por las calles de Barcelona. Cae la tarde de un sábado lluvioso. Entra el metro que espero solo en la estación Jaume I, medio vacío, repleto de soledades.

 

 

Melancolía

 

Una sonrisa inocente enmascara cualquier pasado lejano, lejano o próximo que se aleje o esconda, detrás de las miradas retrospectivas. Cabe una sinceridad en la máscara inocente, quizá sea lo más cierto en el mundo real ¿O es eso el recuerdo de aquella verdad que se ha dormido en el tiempo?

 

Vuelve nuestro yo; el mío. Vuelve esa sonrisa distraída que cuesta carreras enteras. Vuelve con su fuerza no cotidiana, con su entusiasmo, con su esperanza, pueril quizá.

 

Echar a andar es lo que pasa cuando viene al encuentro la magia de uno mismo, la de antes de todo. Olvidar la cárcel de la vida es lo que pasa cuando la alegría es cierta y sin motivos.

 

Descubrir con aquellos ojos, aprender por aprender y andar incansablemente. Pasar las horas sin saber, atravesar la soledad, el miedo y la necesidad. Echar por la borda los argumentos, las armas, las defensas. Sentir lo vivido, cuando está ocurriendo con el alma alegre y pensando en modo infinito.

 

No es la ilusión de dejarlo todo ni la de cambiar completamente. No es el sueño de que el mundo se vuelva nuestro mundo; mi mundo. No es la idea del niño que nunca vio y cree. No se trata de huir ni de ocultarse ni de matar lo que no podemos.

 

Llega el momento de regresar... siempre llega... a la vida real?

 

Acaba el día, los días, el cuento. Termina entonces la sensación extrahumana de continuar creciendo y sonriendo, la alegría que se va con el ocaso o el amanecer. Se cierra la puerta y se duermen las almas. La soledad llega de todas formas, la tristeza por alegría, y los nidos se pueblan de personas reales.

 

Miro a través del cristal de las ventanas esa imagen que no sé vivir, que no veo sin cristales.

 

Llega, absurda, sin invitación, la melancolía; oscura, hechicera y socia de la muerte. Aflora entre llegadas de trenes, tráfico de carreteras, ocupaciones y otros tormentos cotidianos.

 

No hay tiempo para saborear el tiempo, para terminar de aprender a desatar el nudo del retorno, para dejar de tener los sentidos al servicio de lo pétreo, como un suicidio sin dolor y sin deseo.

 

No hay buena soledad sin la profunda sensación de muerte que da vida a la vida.

 

Pablo Rego - ©2007