viernes, 5 de noviembre de 2010
Poesía XLVI
martes, 3 de agosto de 2010
Poesía XLV
Dominique
Tu nombre me resuena desde antes de verte por primera vez,
como la brisa indomable del espíritu libre de todos los seres,
y te quiero tanto que no veo en vos aquello se impone sin preguntas,
tu vuelo de mariposa, las alas que te llevan junto a las rutas de tu camino,
mientras me toca aterrizar -en este tiempo- viéndote desde el asfalto frío.
Los límites no existen para este amor,
ni las comparaciones ni los pensamientos.
Estás entre mis cosas aunque no estés,
estás en mis sueños hurgando como un ratoncito en mi cerebro,
están ahí todas tus miradas, las de antes y las de ahora.
Tu nombre llega a mí desde mis años tiernos;
como el bastión de mis luchas, la esperanza del amor, la inocencia verdadera;
y es también orgullo, alegría; y fue la pena compartida de una distancia odiosa…
y también en un silencioso vacío que aprendo a aceptar…
como el medio en el que flotan los planetas,
cuando la distancia tiene sentido
para que todo siga siendo en su mágico equilibrio.
Se va la niña, pequeña, preguntona, inquieta.
Se va la compañera incondicional, la primera.
Se envuelve en la crisálida para volver volando por los altos cielos de la vida,
por los que deseo lleguen a ser plenos, enormes e infinitos,
para tu corazón alegre, parar tu razón imponente, para tu plenitud.
Mis manos vacías de tus pequeñeces se inquietan al sentir el aire de tu ausencia,
mi corazón sabe que el tiempo talla las mejores obras y espera,
mi ilusión paterna quiere iluminar caminos, construir refugios,
saber y conocerte más, aunque cueste acomodar las velas en este viento de cambios,
cuando es hora de permanecer en tierra viéndote zarpar con tu navío nuevo.
Los límites no existen para este amor,
ni las comparaciones ni los pensamientos.
Estás entre mis cosas aunque no estés,
estás en mis sueños hurgando como un ratoncito en mi cerebro,
están ahí todas tus miradas, las de antes, las de ahora y las de siempre.
Pablo Rego - ©2010
sábado, 29 de mayo de 2010
Poesía XLIV
Ensueño de luz.
Tímidos susurros de un no sé qué se olvida de sí,
de un canto a la vida que se canta a sí mismo en la luna nueva.
Estrellitas de flamas pequeñas, de luces calientes, fulgor del vacío,
canciones de todos que se han compartido en diferentes eras,
inundan ardientes colores bronceados de luces de velas,
florido el suelo, invisible afuera, sabrosa sustancia, real y preciosa.
Descienden a esta efímera presencia los dioses sonrientes,
porque quieren ser bien recibidos jugando a la danza,
danzando al presente, volando sin anclas,
sonriendo a las manos abiertas, que luzcan teñidas
de corazón sensible, de amor sin receta, del todo y la nada.
Porque yo soy todos,
porque el universo no habla sin que nadie escuche;
cuando los estados incondicionados emergen del fondo de los corazones
se escucha la música que está en todas partes,
se estremece el alma, se expanden los cuerpos, se ordenan los cielos…
La mar está en calma mirando la noche,
el tiempo se ha ido, se volvió infinito,
el mundo se aquieta y brillan los ojos,
las olas son manos, son cuerpos, son vida,
y todo se enciende en los corazones,
se encienden las bocas, los labios, las risas…
Luz de horizonte cercano.
Un mañana de amanecer silencioso
Ilumina el mundo,
calienta las almas…
Pablo Rego - ©2010
martes, 27 de abril de 2010
Yoga
jueves, 7 de enero de 2010
Poesía XLIII
En la rama…
Veo en tus ojos la búsqueda de algo trascendente,
de una cumbre imponente destacando sobre el resto,
un tornado solitario engulléndolo todo en pleno campo,
un grito desgarrado en la silenciosa madrugada.
Eso que a veces ves, entre mis dichos inconscientes
que me recorren como fantasmas vigilantes
señalando el momento de actuar, de salir,
de convertirse en letras y mostrarse.
Siento en tu contacto a la emoción,
el deseo de encontrar sales y condimentos
para tu sopa de señales intensas y estimulantes
entre el tedio sin sentido de los días recurrentes.
Sé que encontrar una brisa de calma
o un sol de bienestar transformado en palabra
llamará al silencio proponiéndote otro paso,
invitándote a cerrar la puerta de este armario fluyente.
Hoy, que tienen franco mis demonios,
un rayo de sol sale por mis dedos hacia tus ojos,
transitando el camino recorrido muchas veces,
deseosos de ser cicatrizantes, cálidos y abrazadores.
Y si estás posando tu mirada como un pájaro
en la rama de mis letras hoy,
recibe mi mensaje de amor universal y trasparente
y quédate sin prisas entre las hojas
hasta que sea tu inquietud quien te invite a reemprender el vuelo.
Pablo Rego - ©2010