martes, 3 de agosto de 2010

Poesía XLV

Dominique


 


Tu nombre me resuena desde antes de verte por primera vez,


como la brisa indomable del espíritu libre de todos los seres,


y te quiero tanto que no veo en vos aquello se impone sin preguntas,


tu vuelo de mariposa, las alas que te llevan junto a las rutas de tu camino,


mientras me toca aterrizar -en este tiempo- viéndote desde el asfalto frío.


 


Los límites no existen para este amor,


ni las comparaciones ni los pensamientos.


Estás entre mis cosas aunque no estés,


estás en mis sueños hurgando como un ratoncito en mi cerebro,


están ahí todas tus miradas, las de antes y las de ahora.


 


Tu nombre llega a mí desde mis años tiernos;


como el bastión de mis luchas, la esperanza del amor, la inocencia verdadera;


y es también orgullo, alegría; y fue la pena compartida de una distancia odiosa…


y también en un silencioso vacío que aprendo a aceptar…


como el medio en el que flotan los planetas,


cuando la distancia tiene sentido


para que todo siga siendo en su mágico equilibrio.


 


Se va la niña, pequeña, preguntona, inquieta.


Se va la compañera incondicional, la primera.


Se envuelve en la crisálida para volver volando por los altos cielos de la vida,


por los que deseo lleguen a ser plenos, enormes e infinitos,


para tu corazón alegre, parar tu razón imponente, para tu plenitud.


 


Mis manos vacías de tus pequeñeces se inquietan al sentir el aire de tu ausencia,


mi corazón sabe que el tiempo talla las mejores obras y espera,


mi ilusión paterna quiere iluminar caminos, construir refugios,


saber y conocerte más, aunque cueste acomodar las velas en este viento de cambios,


cuando es hora de permanecer en tierra viéndote zarpar con tu navío nuevo.


 


Los límites no existen para este amor,


ni las comparaciones ni los pensamientos.


Estás entre mis cosas aunque no estés,


estás en mis sueños hurgando como un ratoncito en mi cerebro,


están ahí todas tus miradas, las de antes, las de ahora y las de siempre.


 


Pablo Rego - ©2010