Abismos cardiacos
¿Qué espíritus desparramados por el éter pueden conocer las desgracias de su pertenencia a unos cuerpos pobres, terrenales y confusos?
El hambre de los estómagos, el miedo primitivo de la muerte, la pena insoportable del olvido manipulan los pasos temblorosos.
Los sueños en imágenes mentales crean atmósferas de aciertos. Los ojos ven hasta su alcance, las manos agarran lo que tienen cerca.
¿y las almas?
Matemáticas madres de terremotos espinales, venenos egocéntricos que secan los órganos, destrozos de los primeros huesos contra los cristales de las avenidas.
Nunca será cierta esa promesa: la que dore los oídos, la que cierre las historias, la que asienta compasiva, la que extienda una alfombra de flores frente a ti.
El cuerpo se arruga, la sien se relaja, la mierda de los siglos transpira por los poros de la piel, las uñas se acortan de tanto rasgar paredes.
Sí, al final es posible entender. Al final se verá todo lo que no era. Los finales achican la salida.
Al final...
Los grandes monstruos humanos sin tiempo lo devoran todo; hasta los sueños pequeñitos, hasta el simple sol que penetra por las retinas inocentes.
Pablo Rego ©2007
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