martes, 15 de julio de 2014

Poesía LVI

La sustancia

Pliegue matricial proyectándose en sí mismo,
la verdadera imagen es cristal
sale la luz, resplandece,
su forma invisible se conforma,
a veces estalla, a veces abraza.

Queda la huella de sí y está en el cielo.
Rugir el amor y soñar al mismo tiempo,
como el aire que viaja con sus gotas de arco iris,
es el sol brillando entre las nubes
y el río turbio o cristalino que baja por bajar.

Te doy todo infinitamente,
con el alma alegre y con sus remiendos,
el corazón pleno y sus formas raras
con sus marcas y sus cicatrices.
La luz concebida para crear, siempre.

Extroviertiéndote en voz y a veces en éxtasis
porque el laberinto de la luna
tiene sombras como muros
y está lejos, en un sueño, o tan cerca,
en unos ojos de agua de lago.

Espalda que es caricia y estremecimiento,
camino que es andar y destino,
vueltas en la noche por soñar el otro lado
y vuelta de regreso por estar,
por ser, por recordar, por perdonar.

Códigos que se crean en el día
para transformar la vida tras la niebla
en la llama de la luz de la vela
que crea los destellos del amanecer
llevándose las sombras de la duda.

Regresa, cicla, se atreve a olvidar,
a soltar lastre y amarras.
El amor se atreve a todo
y los viajeros conocen con él el universo
dejándose ir en el otro, dejándose.

Es todo lo que hay;
irse para volver, estar,
saberse para saber, dar,
recorrer el círculo completo
para que al fin del silencio brille la sustancia.


Pablo Rego ©2014

No hay comentarios: