Mirar nuevamente las cosas…
Como una lejanía sombría que va borrando pequeños
detalles
las figuras pierden sus contornos transformándose un poco
en otras.
Antes había brillo, luz, intensidad…
Empieza a atardecer en las hojas escritas
como quedándose sin combustible los faroles en las
últimas horas del día,
el mundo se borronea y se hace extraño que la claridad de
siempre
se vaya volviendo sombras.
Por los ojos han entrado pensamientos, ideas,
conocimiento,
unas formas matemáticas y otras sensuales,
viejas letras difíciles de entender y otras pequeñísimas.
El tiempo fue un aliado natural sin saberlo
para la ignorancia de los cristales y los armazones,
sin la necesidad de aprender una cultura sus cosas son
extranjeras,
pero un día, por los cuarenta, el tiempo se hace presente
y empieza a achicar las cosas,
a marearlas, a esconderlas.
Los ojos se van cerrando, juegan a oriente,
los brazos se estiran y se flexionan con el foco en sus
manos,
pican, arden, se cierran, se cansan
y al final de un impedimento hartante caen en su prisión
de cristal.
La importancia de ver, también con los ojos,
las letras, las palabras, los detalles pequeños del
artista,
las cositas que hacen que otras cosas más grandes funcionen,
Enterase de ínfimos detalles de la existencia que pueden
ser ignorados,
pero que nos empeñamos en mirar,
a los cuarenta y pico como a los veinte.
Pablo Rego ©2019
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