La llave a ese estado
Cuando hallé el camino, descalzo,
sentí el verdadero dolor, la verdadera alegría,
sentí la tierra debajo de mis pies y el cielo en su lugar...
utópico, tentador e interminable.
Y el vuelo fue brillante, renovador y placentero,
mientras allá abajo los viejos símbolos sufrían mi ausencia,
los corazones inocentes latían en menor
y los soles que nunca se escondían para mi
causaban uno tras otros los ocasos de unos días arcaicos.
Pero el camino de aprender transforma sus rectas en esquinas,
los campos abiertos se vuelven rejas de prisiones,
los horizontes se elevan transformándose en muros rascacielos,
la tierra se hace asfalto, el sueño deseo de libertad y la sonrisa llanto ciego.
Los mensajes masivos descienden por las bocas de todos,
los esfuerzos por crear se hunden en el barro de los imposibles,
la gloria del andar descalzo se vuelve deseo de tener, de alcanzar, de asumir,
lo bonito y lo espontáneo cae en manos del cálculo y la empresa
y el ser acaba dormido en el fondo de una caja de madera,
junto a los sueños muertos.
Entonces todo se compra, todo se vende,
caminar es para hallar la puerta correcta,
para expresar concretamente,
para explicar estúpido a los estúpidos,
para perder de vista las propias huellas,
para dejar de crecer, para perecer como emergente,
para dejar de ser extraño y acabar siendo uno más en el rebaño.
Cuando piso el verdadero suelo mío,
regreso a la sonrisa, salto al vacío sin miedo,
abandono las armas de la mente,
dejo de correr y ando.
El verdadero camino viene con mi verdad,
mis demonios y sirenas son unos pocos, pero no huyen ni los espanto,
el tiempo se vuelve tiempo y los sueños el motor para seguir
y el amor... calienta mi pecho y me revive.
Pablo Rego ©2006
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