Gotas de silencio,
espacios infinitos desaparecen en la inmensidad.
Materia fundida con formas intangibles
desvanecen los límites y la razón se rinde.
Fluyen los latidos de corazones interminables
que se encuentran en un siempre más allá del tiempo
llegando hasta nosotros mismos
siendo el otro y uno a la vez.
Vibra todo con la luz,
en silencio y resonando con las palabras indicadas
todas las señales y los sonidos,
las formas sutiles y el destino hasta el origen.
Cómo ignorar el llamado de las almas
cuando el momento en el que todo confluye
desvanece las fronteras y maravilla los sentidos,
cuando la oscuridad no puede con la certeza.
Cómo vivir sin ello,
desconociendo en la dimensión de la ignorancia
el poder del amor eterno que se manifiesta en la mirada;
profundo reflejo de las almas conectadas desde siempre.
Fue un susurro venido desde cada rincón del universo,
un manto de estrellas nuevas sobre los hombros.
Son reales tus caricias en mi corazón.
Germina la semilla del árbol de la vida.
La contemplación compartida,
La paz de dormir en la cueva o en la torre,
pero contigo siempre, amor,
la felicidad de saberte cierta, de haberte encontrado.
Al fin nuestras manos se alcanzaron,
el vuelo es compartido al ritmo de los dos.
La realidad, el ideal, lo imaginario
se rinde ante la fusión de nuestras almas.
Los obstáculos son árboles en el bosque, flores en el
jardín.
Allí, aquí, en el momento menos claro y en la cresta de
la ola,
en el día, en la noche, en el rincón del mapa que nos tenga
la infinitud del sentimiento arrasa la razón y crea vida.
De una vez,
la virtud comenzó a rodar,
siento nuestros pies andando sobre el agua,
intuyo el camino nuestro, late, brilla, es en mí,
en nuestro ser,
amando.
Pablo Rego © 2013
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