sábado, 22 de diciembre de 2007

Poesía XXII


 

Abismos cardiacos

 

¿Qué espíritus desparramados por el éter pueden conocer las desgracias de su pertenencia a unos cuerpos pobres, terrenales y confusos?

 

El hambre de los estómagos, el miedo primitivo de la muerte, la pena insoportable del olvido manipulan los pasos temblorosos.

 

Los sueños en imágenes mentales crean atmósferas de aciertos. Los ojos ven hasta su alcance, las manos agarran lo que tienen cerca.

 

 ¿y las almas?

 

Matemáticas madres de terremotos espinales, venenos egocéntricos que secan los órganos, destrozos de los primeros huesos contra los cristales de las avenidas.

 

Nunca será cierta esa promesa: la que dore los oídos, la que cierre las historias, la que asienta compasiva, la que extienda una alfombra de flores frente a ti.

 

El cuerpo se arruga, la sien se relaja, la mierda de los siglos transpira por los poros de la piel, las uñas se acortan de tanto rasgar paredes.

 

Sí, al final es posible entender. Al final se verá todo lo que no era. Los finales achican la salida.

 

Al final...

 

Los grandes monstruos humanos sin tiempo lo devoran todo; hasta los sueños pequeñitos, hasta el simple sol que penetra por las retinas inocentes.

 

Pablo Rego ©2007

miércoles, 12 de diciembre de 2007

Poesía XXI


 

Puertas sagradas guardadas.

 

Siempre estarás abriendo esa puerta,

junto al marco repleto de flores de los sueños,

mirándome a los ojos y hacia tu propio destino al mismo tiempo.

 

La belleza vendrá a mí desde el fondo de tu alma,

derramando destellos de luces de colores para todos,

guardándote tus primeros tesoros en una  bolsita cercana al corazón.

 

Temblarán por siempre mis sentidos, mis recuerdos,

faltará en algún lugar el aire que nunca respiré,

y veré que otras aguas, otros soles, otros tiempos, cambiarán cada presente.

 

Seré recuerdo, sonrisas y lágrimas,

serás el centro de tantas vidas,

seré olvido, pasado, pensamiento, seré quizá un soplo en el horizonte.

 

Tienes las llaves de tantas puertas...

También la de una oculta, que duerme entre enredaderas de humo,

una llave que nadie encontrará, que nunca podrán ver los ciegos.

 

Dialogo con lo que queda de ti en mí,

no sé cuanta verdad encuentre, no sé si haya, no la busco.

Te veré así siempre, te escucharé y quedaré suspendido en un silencio posible.

 

Pablo Rego (2007)